El autor, Edmundo Pimentel, es estadístico, profesor emérito de la Universidad Central de Venezuela, investigador en el área social y consultor de empresas.
Conocer qué mueve o motiva el comportamiento de los votantes en una coyuntura o contexto electoral es una interrogante que ha estado presente durante muchos años en las indagaciones, no sólo de las empresas de demoscopia, sino también de otras disciplinas científicas como la sociología, la antropología, la psicología y la mercadotecnia política; pero sobre todo, de los políticos y candidatos que durante los procesos electorales tratan de incidir o generar ciertos efectos en la conducta y comportamiento de los ciudadanos.
En unas elecciones democráticas el voto castigo es aquél que se le niega al partido político o candidato que había sido apoyado anteriormente, con el fin, de sancionar su mala gestión o por promover políticas con las cuales se está en desacuerdo, tratando de impedirle el acceso a una nueva representación política.
El voto castigo se manifiesta votando al adversario o a un partido opositor al que se desea castigar. Se verifica cuando se advierte una merma notable del caudal electoral de un candidato o partido, en comparación con la elección anterior, luego de un período de gestión.
El voto castigo es consecuencia del hartazgo y disgusto que causan los escándalos de corrupción gubernamental, la inflación, la escasez, la mala gestión de los servicios públicos, los crímenes, la impunidad, las injusticias y la violencia que provocan un preocupante hastío social ante todo aquello que se relacione con las líneas políticas de los gobiernos en ejercicio.
Este voto es una válvula de escape, que generalmente se decanta hacia el discurso populista, la promesa casi providencial de un mesías que promete salvarnos de los abusos de las administraciones pasadas con una retórica nacionalista que conmueve y un discurso revanchista. El populismo surge como una opción atractiva contra el sistema tradicional. Pero es peligroso. Se apodera de las fibras sociales más sensibles explotándolas en su beneficio como estrategia en la búsqueda del poder y luego para mantenerlo.
El hartazgo de la sociedad, constituye el caldo de cultivo adecuado para que el populismo tenga posibilidades de triunfar en unas elecciones democráticas. El fastidio generalizado ante el gobierno, sus políticos, instituciones y pocas garantías; hace que los ciudadanos consideren votar por un discurso demagógico, antes que seguir en la mala administración que ya conoce.
El populismo se puede definir como una estrategia política para acceder al poder y ejercer una forma de gobierno basada en un fuerte liderazgo ejercido por una persona carismática, con propuestas demagógicas, nacionalistas, de igualdad social y movilización popular. En su prédica predomina la polarización de la sociedad y el claro predominio de los argumentos emocionales sobre los racionales. Hasta el presente no existe una definición consensuada o completa de esta estrategia para tomar el poder y tratar de conservarlo.
El populismo es una tendencia creciente, de la cual casi ningún país escapa debido a la tentación que experimentan los gobernantes de hacer ofrecimientos que resulten atractivos para el pueblo, con alto contenido de un componente manipulador y demagógico. De hecho, los términos demagogia y populismo se consideran sinónimos, pues ambos se refieren la intención de atraer las simpatías de los electores con propuestas de mejorar su condición social y económica pero que esconden intereses ocultos y que en muchos casos no podrán implantarse.
El gran beneficiario del voto castigo ha sido el populismo y la realidad histórica de nuestros países permite concluir que el castigo resultó autoinflingido. Esta estrategia de acceder al poder tiene mayores posibilidades en las sociedades con escasa formación ciudadana y bajos niveles de participación social, es por ello que para combatirla se debe aumentar la dosis de cultura ciudadana y de participación social.
Muy de acuerdo con lo que plantea amigo Edmundo , el populismo es un cáncer que corroe los cimientos de la democracia e impide el crecimiento de un país y de una sociedad, los populismos a veces se instalan por la derecha pero también con un discurso de izquierda , ejemplos patéticos es el peronismo en Argentina y el chavismo enVenezuela
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